Sería cosa del destino. Pero, sea como sea, quedé marcado para siempre.
Ayer tuve el honor, el privilegio, de volver a oír (tras más de treinta años separados haciendo sonar su música individualmente) a cuatro de los mejores músicos de todos los tiempos que siguen vivos en directo, en el auditorio del Palau de la Música aquí, en Valencia.
El genio del teclado Chick Corea en los '70 juntó (más que formar un grupo, los músicos de jazz se reúnen para tocar todos su música y mezclar sus sonidos) a 3 (más él mismo) maestros, mentores, amos y señores de las notas: el gigantesco bajista Stanley Clarke, el joven (en su época) guitarrista Al Di Meola y el que está considerado el mejor "drumer" vivo, Lenny White. Se hicieron llamar Return To Forever, y, tras tres décadas de silencio unido, regresan para enseñarnos QUÉ es música de verdad.
Tras esta breve introducción, paso a detallar el conciertazo: Me sorprendió el público variado que asistió al auditorio, pero pude reconocer fácilmente los jazz-lovers, y en menor medida, los jazz-freaks (estos, como siempre, dando la nota tétrica) entre las filas (la mayoría en las primeras, cerquita cerquita). Todo bien dispuesto en el escenario, me llamó la atención una mampara de cristal que rodeaba la batería, con motivos ignorados al principio pero que luego descubrí que eran para no ahogar a Al Di Meola y sus (tropocientas) guitarras eléctricas. Empezaron su concierto en un inglés muy americano, saludaron sonrientes y Corea nos hizo unas cuantas fotos con su cámara digital. Pero fue apagarse las luces y se pusieron como verdaderos (como jodidos) profesionales a la faena, exhibiendo talento, habilidad con los dedos con acordes imposibles y una creatividad a la hora de fusionar jazz-rock muy envidiable. La potencia de Stanley Clark con el bajo combinaba a la perfección con la velocidad de la guitarra y un teclado juguetón que daba los puntos agudos y pícaros.
Tras el descanso, decidieron mostrar su faceta más clásica, y Al Di Meola cambió la eléctrica por una española, marcándose un solo larguísimo que cortaba el aliento. Y esa fue la tónica general, ya que las sucesivas piezas ("In Mistery" y "Romantic Warrior") fueron recitales dominados por solos, tanto de teclado, de batería y, tras coger el contrabajo, uno de Stanley Clark que provocó charcos de saliva en el público. Juntos terminaron con entusiasmo las piezas programadas para la noche, pero fue tal la erupción de entusiasmo que se provocó al terminar, que regresaron para dedicarnos, como broche dulce final, su última pieza, "Spain" (dejo aquí el link de la misma canción pero en otro concierto), que coreamos todos repletos de felicidad. Un final perfecto para una velada sublime.
Ayer tuve el honor, el privilegio, de volver a oír (tras más de treinta años separados haciendo sonar su música individualmente) a cuatro de los mejores músicos de todos los tiempos que siguen vivos en directo, en el auditorio del Palau de la Música aquí, en Valencia.
El genio del teclado Chick Corea en los '70 juntó (más que formar un grupo, los músicos de jazz se reúnen para tocar todos su música y mezclar sus sonidos) a 3 (más él mismo) maestros, mentores, amos y señores de las notas: el gigantesco bajista Stanley Clarke, el joven (en su época) guitarrista Al Di Meola y el que está considerado el mejor "drumer" vivo, Lenny White. Se hicieron llamar Return To Forever, y, tras tres décadas de silencio unido, regresan para enseñarnos QUÉ es música de verdad.
Tras esta breve introducción, paso a detallar el conciertazo: Me sorprendió el público variado que asistió al auditorio, pero pude reconocer fácilmente los jazz-lovers, y en menor medida, los jazz-freaks (estos, como siempre, dando la nota tétrica) entre las filas (la mayoría en las primeras, cerquita cerquita). Todo bien dispuesto en el escenario, me llamó la atención una mampara de cristal que rodeaba la batería, con motivos ignorados al principio pero que luego descubrí que eran para no ahogar a Al Di Meola y sus (tropocientas) guitarras eléctricas. Empezaron su concierto en un inglés muy americano, saludaron sonrientes y Corea nos hizo unas cuantas fotos con su cámara digital. Pero fue apagarse las luces y se pusieron como verdaderos (como jodidos) profesionales a la faena, exhibiendo talento, habilidad con los dedos con acordes imposibles y una creatividad a la hora de fusionar jazz-rock muy envidiable. La potencia de Stanley Clark con el bajo combinaba a la perfección con la velocidad de la guitarra y un teclado juguetón que daba los puntos agudos y pícaros.
Tras el descanso, decidieron mostrar su faceta más clásica, y Al Di Meola cambió la eléctrica por una española, marcándose un solo larguísimo que cortaba el aliento. Y esa fue la tónica general, ya que las sucesivas piezas ("In Mistery" y "Romantic Warrior") fueron recitales dominados por solos, tanto de teclado, de batería y, tras coger el contrabajo, uno de Stanley Clark que provocó charcos de saliva en el público. Juntos terminaron con entusiasmo las piezas programadas para la noche, pero fue tal la erupción de entusiasmo que se provocó al terminar, que regresaron para dedicarnos, como broche dulce final, su última pieza, "Spain" (dejo aquí el link de la misma canción pero en otro concierto), que coreamos todos repletos de felicidad. Un final perfecto para una velada sublime.
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